“Supe en ese mismo instante todo lo ocurrido; recordé hasta más allá del terrorífico castillo y sus árboles; reconocí el edificio en el cual me hallaba; reconocí, lo más terrible, la impía abominación que se erguía ante mí, mirándome de soslayo mientras apartaba de los suyos mis dedos manchados. Pero en el cosmos existe el bálsamo además de la amargura, y ese bálsamo es el olvido. En el supremo horror de ese instante olvidé lo que me había espantado y el estallido del recuerdo se desvaneció en un caos de reiteradas imágenes. Como entre sueños, salí de aquel edificio fantasmal y execrado y eché a correr rauda y silenciosamente a la luz de la luna. Cuando retorné al mausoleo de mármol y descendí los peldaños, encontré que no podía mover la trampa de piedra; pero no lo lamenté, ya que había llegado a odiar el viejo castillo y sus árboles. Ahora cabalgo junto a los fantasmas, burlones y cordiales, al viento de la noche, y durante el día juego entre las catacumbas de Nefre-Ka, en el recóndito y desconocido valle de Hadoth, a orillas del Nilo. Sé que la luz no es para mí, salvo la luz de la luna sobre las tumbas de roca de Neb, como tampoco es para mí la alegría, salvo las innominadas fiestas de Nitokris bajo la Gran Pirámide; y sin embargo en mi nueva y salvaje libertad, agradezco casi la amargura de la alienación. Pues aunque el olvido me ha dado la calma, no por eso ignoro que soy un extranjero; un extraño a este siglo y a todos los que aún son hombres. Esto es lo que supe desde que extendí mis dedos hacia esa cosa abominable surgida en aquel gran marco dorado; desde que extendí mis dedos y toqué una fría e inexorable superficie de pulido espejo”
“El extraño” (fragmento) de H.P. Lovecraft
“El extraño” (fragmento) de H.P. Lovecraft
Y es así que, cuando nuestros ojos se cerraron, solo quedó la absurda y única opción de volver a mirar por nosotros mismos. Reconocernos.
"Bolero" de Julio Cortázar.Qué vanidad imaginarque puedo darte todo, el amor y la dicha,itinerarios, música y juguetes.Es cierto que es así:todo lo mío te lo doy, es cierto,pero todo lo mío no te bastacomo a mí no me basta que me destodo lo tuyo.Por eso no seremos nuncala pareja perfecta, la tarjeta postal,si no somos capaces de aceptarque sólo en la aritméticael dos nace del uno más el uno.Por ahí un papelitoque solamente dice:Siempre fuiste mi espejo,quiero decir que para verme tenía que mirarte.Y este fragmento:La lenta máquina del desamorlos engranajes del reflujolos cuerpos que abandonan las almohadaslas sábanas los besosy de pie ante el espejo interrogándosecada uno a sí mismoya no mirándose entre ellosya no desnudos para el otroya no te amo,mi amor.